A propósito del puente de NUÑOA; con más de cien años de antiguedad se muestra con la firmesa de siempre, pese a no recibir un mantenimiento integral y permanente.
En realidad han sido varios los intentos de riesgo sucedidos a lo largo de su existencia con motivo de la crecida del rio que lleva su nombre.
Indudablemente la mayor carga de volúmen es éste que observamos en la imagen, cuyos arcos muestran apenas un cuarto de luna por el excesivo aumento de las aguas tras dos noches seguidas de nevada. Su fortaleza ha soportado más allá del 80% de su capacidad fluvial, ocurrido el 18 de febrero de 1968, donde sólo se ha experimentado el socabamiento del márgen derecho del encause rivereño al pasar las aguas bajo el puente. Allí existía un acceso de graderías hasta el nivel del río para quienes quicieran recoger dicho líquido elemento por no existir servicio de agua potable para todos los habitantes.
Hoy, con lo ocurrido este año, ha demostrado nuevamente que ese es el punto débil del puente al ser averiado exactamente ese mismo lugar, dejándonos una hermosa lección para tomar la gestión de riesgo y frenar de esta manera la amenaza que en cualquier momento pueda hacer colapsar dicha defensa rivereña.
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